17/12/2015 12:33:03
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Los fármacos ucranianos adquiridos por el SAS desconciertan a los médicos

Los facultativos se quejan de la escasa información de los envoltorios de los medicamentos genéricos que la Junta compra en sus polémicas subastas

«Es casi imposible saber qué es. Si te fijas mucho, en una esquina arriba, se observa una pegatina con el componente activo. No pensamos que sea la mejor forma de informar sobre un fármaco». Esta es la queja que han reiterado médicos del Servicio Andaluz de Salud sobre la dispensación de medicinas fabricadas en países «fuera de nuestro marco de referencia», que carecen de información básica en castellano y que se introducen en el sistema sanitario andaluz —ajustándose a la ley— a través de la criticada subasta de medicamentos impulsada por la Junta.

La sección de Sanidad de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) de Málaga ha sido la última en recoger las quejas de los profesionales sanitarios, aunque hace un par de meses fue el Sindicato de Médicos el que alertaba de una situación similar en las urgencias de los centros de salud del Distrito Metropolitano de Granada. El medicamento de conflicto es Sulpiride. Los médicos lo saben por un pequeño adhesivo que es lo único en castellano que se puede leer en un envoltorio en el que la marca y demás información está escrita en cirílico.

Se trata de un inyectable diagnosticado para cuadros de vértigos y vómitos que desde hace unas semanas ha llegado a las Urgencias del hospital comarcal de la Axarquía —ubicado en el municipio de Vélez-Málaga— a través del Área de Gestión Sanitaria Este de Málaga (Agsema). Fuentes de CSIF dieron voz al malestar de los profesionales sanitarios advirtiendo de que el uso de estos fármacos puede ser contraproducente por dos cuestiones. En primer lugar, y a pesar de que son productos avalados por la Agencia Española del Medicamento, porque «su procedencia no ofrece todas las garantías» porque son elaborados por laboratorios —en Ucrania, India...— que «no tienen muchas referencias» y que se encuentran «fuera de nuestro marco de referencia». «No se puede obviar que son fabricados en países cuyo nivel farmacéutico es inferior que en otros de nuestro entorno como Alemania, Francia o Italia», explicó un portavoz de Sanidad de la citada organización sindical, quien ofreció sus dudas sobre la efectividad de estos fármacos: «En algún sitio tendrán su margen de beneficio económico».
Información «marginal»

La segunda cuestión que desconcierta a los profesionales de las Urgencias es que la información que se ofrece en castellano es «marginal», lo que «incrementa las probabilidades de error en su aplicación». La incomprensión del prospecto de estas medicinas, así como los escasos datos que se aportan en el envase, suponen —según CSIF— una violación de la ley 29/2006 de 26 de julio, cuyo artículo 15.6 recoge: «Los medicamentos se elaborarán y presentarán de forma que se garantice la prevención razonable de accidentes, especialmente en relación con la infancia y personas con discapacidad». Además, deben recoger, entre otros, los siguientes datos: «Cantidad contenida, número de lote de fabricación, fecha de caducidad, precauciones de conservación o condiciones de dispensación».



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