La empresa de hemoderivados invierte 1.200 millones en nueva capacidad productiva. EE UU aprueba la venta de las soluciones parenterales que la empresa fabrica en Murcia.
Grifols aprieta el acelerador. El objetivo está claro: pasar de ser el tercer jugador del mercado farmacéutico de las proteínas plasmáticas a convertirse en la principal empresa mundial del sector. Así lo evidenciaron los máximos responsables de la multinacional catalana este viernes en la junta de accionistas.
La empresa, que el pasado año facturó 4.050 millones de euros, quiere sobrepasar a la australiana CSL y a la irlandesa Shire en un mercado global de los hemoderivados, que supera los 16.000 millones. Para el laboratorio con sede en Sant Cugat del Vallés (Barcelona), esa división de biociencia aportó 3.228 millones de ingresos, con un incremento en el pasado año del 6,5%. Los otros negocios, el de hospitales y diagnóstico, son de menor importancia.
“Queremos convertirnos en los líderes indiscutibles en el mercado de hemoderivados”, avanzó a los accionistas Víctor Grífols Deu, uno de los dos consejeros delegados de la compañía. En la actualidad, CSL cuenta con el 25% del mercado de proteínas plasmáticas, seguida de Shire (21%) y en tercer lugar la empresa española, con un 18% de cuota. La firma cotizada en el Ibex 35 dio un enorme salto para conquistar esa tarta en 2010, cuando absorbió a su rival estadounidense Talecris, lo que le permitió entrar con fuerza en EE UU, el principal mercado del mundo y fuente fundamental del plasma a través de los centros de recogida de sangre.
La empresa trabaja actualmente en un ambicioso plan de inversiones, de 1.200 millones hasta 2020, para aumentar la capacidad productiva de hemoderivados. Levanta una nueva planta de fraccionamiento de plasma en su sede de Clayton (EE UU) con una capacidad de seis millones de litros de producto; una fábrica de prolastina en Parets (Barcelona); otra de purificación y llenado de albúmina en Irlanda, entre otras.