Los medicamentos han tenido un impacto monumental en la cura y el mejoramiento de muchas enfermedades durante el pasado medio siglo. Pero su creciente e insostenible costo los ha tornado inaccesibles. Ese controversial asunto tendrá que ser resuelto en algún momento por las empresas manufactureras, el gobierno federal-estatal y el liderato político.
Existe otro importante impedimento a nivel de los que prescriben, dispensan y consumen medicamentos, el cual requiere la intervención de nosotros los salubristas. Para que un medicamento sea efectivo es esencial tomarlo según recetado por el médico: dosis, frecuencia, modo, duración. El no adherirse fielmente a lo recetado retrasa el control o la cura de la condición tratada, aumenta la probabilidad de complicaciones y hospitalizaciones innecesarias y constituye un desperdicio injustificado de dinero.
En Puerto Rico, nuestros indicadores reflejan un pobre control de condiciones comunes como diabetes, hipertensión e hiperlipidemia. Para ellas, hay disponibles múltiples medicamentos efectivos cubiertos por los planes médicos y no debería haber excusas para no alcanzar un control óptimo.
Sabemos que la pobre adherencia del paciente es la causa principal de tan pobres resultados, sea por olvido, falta de entendimiento, de adecuada orientación, de dinero, de apoyo familiar o cualquier otra explicación. Pero hay esperanza. El programa de estrellas de Medicare Advantage ha obligado a las aseguradoras a buscar alternativas para maximizar la adherencia a lo recetado, y así mejorar clasificación e ingresos. Algunas de ellas se han unido a las farmacias de la comunidad y comenzado un prometedor programa.
Dicho programa está basado en el monitoreo riguroso de los cuatro pilares de un tratamiento exitoso con medicamentos: indicaciones, efectividad, seguridad, adherencia. Mientras el farmacéutico supervisa que el paciente esté tomando sus medicamentos según indicados, el médico de cabecera hace los ajustes terapéuticos correspondientes para que se produzca el control óptimo de la condición siendo tratada.
Las aseguradoras y las farmacias de la comunidad han dado un gigantesco paso adelante. Corresponde a la clase médica hacer lo propio y unirse de lleno al esfuerzo para asegurar que los médicos prescriben correctamente, comenzando con los generalistas que emiten 38% de las recetas dispensadas en Puerto Rico.
El futuro nos depara más envejecientes, más enfermedades crónicas, más medicamentos. Su uso responsable y acertado no solo es vital para el paciente, sino que también para una economía que mueve 68 millones de recetas y vende $3,500 millones anualmente en medicamentos recetados.