Empresas con reconocido prestigio como Nvidia o BMS han invertido grandes sumas de dinero para desarrollar modelos de IA generativa que permitan desarrollar nuevos fármacos en menos tiempo
A pesar del miedo que puede provocar la implementación de la inteligencia artificial (IA) a la sociedad, esta tecnología ha demostrado ya un gran beneficio en múltiples sectores. Entre ellos, y además con una gran importancia, se encuentra el ámbito sanitario, y en concreto, la industria farmacéutica.
Procesos interminables de análisis de datos han pasado a ser gestionados por la IA, ofreciendo así, resultados más precisos y en un menor tiempo. En concreto, la IA generativa se centra en un modelo conocido como transformador entrenado de generación (GPT según sus siglas en inglés), esto hace referencia a la capacidad de la tecnología para ir aprendiendo a través de su propio uso.
En cuanto a las funciones de la IA en la industria farmacéutica se pueden dividir en tres principales grupos: el diseño y ampliación de los procesos ya existentes, es decir, mediante el aprendizaje automático es posible identificar los posibles contratiempos que surgen, reduciendo así, el tiempo de desarrollo y desperdicio; la monitorización y la detección de fallos, midiendo en todo momento los cambios en el rendimiento; y la monitorización de tendencias, examinando las quejas de los consumidores y los informes de desviaciones, mejorando en todo momento los resultados.